Siento una mano subir por mi espalda para posarse en mi hombro, me quedo petrificada. Totalmente inmóvil. Cuando me armo de valor y me doy vuelta, no hay nadie. Mi piel hormiguea donde antes sentí esa pesadez. Cierro los ojos e inhalo profundamente. Enciendo la luz de la sala y reconocer todo me reconforta, sin embargo, en un parpadeo la oscuridad vuelve a caer. Todo está oscuro. Hay un silencio perturbador.
Escucho unas fuerte pisadas, como pies arrastrándose desde la cocina.
Me dirijo hacia allá, apoyándome en la pared y buscando el interruptor de la luz. Finalmente lo consigo, pero hay algo mal…
Ya hay una mano ahí.
GRACIAS A LIBROS DEL CIELO
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